
Muchas veces las familias me dicen que su bebé persigue al perro, le hala el pelo, las orejas, las patas y se le acerca mientras duerme, pero que no pueden hacer nada porque “es un bebé, lo hace con buena intención y todavía no entiende lo que puede y no puede hacer.”
Y por una parte tienen razón, un bebé no va a hacer las cosas con intención de hacer daño y normalmente empieza a entender relaciones de causa y efecto muy sencillas solo hasta los 6-9 meses de edad.
Pero el hecho de que no pueda razonar con mi bebé no quiere decir que pueda hacer lo que quiera así eso implique pasar por encima del bienestar de otro ser vivo o ponerse en riesgo a sí mism@.
Si me esfuerzo para evitar que mi bebé haga algo que afecte su bienestar o el de otra persona, ¿por qué si lo dejo con mi perro?
Si no le dejo cruzar sol@ la calle, meter los dedos en los enchufes, jalarle el pelo a la abuela, pegarle al tío, etc.
¿Por qué le dejo hacerle algo al perro que no le gusta, afecta su tranquilidad y bienestar, además de ser un potencial riesgo para mi hij@?
Y si… porque los perros normalmente son bastante tolerantes pero tienen límite en su paciencia y cuando ya no aguantan más y deciden defenderse, terminan siendo los culpables y los que obraron mal.
Uno de los lemas en la Crianza Multiespecie es
Tu perro no TIENE QUE acostumbrarse a todo lo que implica un bebé en la familia.
Las normas y límites en la familia y en el hogar se van a ir adaptando a lo largo de la vida a las diferentes situaciones, contextos y dinámicas familiares, pero lo que siempre buscan es el bienestar de TODOS los integrantes de la familia y eso incluye a tu perro.
Entonces, así tu bebé todavía no tenga desarrollada la capacidad cognitiva para poderle explicar por qué no puede hacer ciertas cosas porque el perro se asusta, enfada o se pone nervioso, hay formas de evitar esas situaciones.
Te voy a dar cuatro recomendaciones que te pueden servir en esos casos:
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Supervisión: lo primero y más importante es tener en cuenta que perros y niños no pueden estar sin supervisión activa de una persona adulta. Por activa me refiero a que estés totalmente presente y que tu bebé esté al alcance de tu mano. Así podrás intervenir oportunamente siempre que se necesite. Cuando no puedas estar con supervisión activa, usa una barrera física que impida un acercamiento sin supervisión.
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Anticipación: estoy segura de que ya conoces muy bien a tu hij@ y a tu perro y sabes qué les gusta, llama la atención o qué gestos hacen antes de hacer algo. Pues si eso que van a hacer afecta al otro, anticípate y antes de que lo hagan puedes redireccionar su atención hacia algo más.
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Distracción: si tu bebé ya cogió vuelo y en un segundo que no te diste ni cuenta, empezó a ir hacia el perro, puedes en mitad de camino ponerle en frente un juguete que le encante y le llame mucho la atención o su snack favorito, le distraes y entretienes con algo más y así evitas la interacción.
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Intervención: en caso de que no tengas nada a la mano o ya estén muy cerca, es mejor intervenir y evitar el acercamiento no deseado así sea cogiéndole el pañal para frenarlo. Puede que tu bebé se enfade, pero es mejor eso que tener un accidente.
Cuando ya puedas empezar a razonar más con tu hij@ le explicas qué puede y qué no puede hacer, le explicas el por qué y le puedes ofrecer una alternativa de actividad para cambiar por la que no puede hacer. Sé que suena más fácil de lo que es, pero en un dos por uno, les estás enseñando límites, empatía y respeto por otro ser vivo.
Vale la pena el esfuerzo…
Si hay algo que está claro y en lo que todas podemos estar de acuerdo, es que ni bebé ni niñ@ va a tener malicia alguna, estará explorando como es natural y necesario hacer en ciertas etapas de su vida.
Por eso, termino con las premisas que se deben cumplir para empezar a tener interacciones positivas y seguras entre tu perro y tu hij@
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Que tu perro esté tranquilo. Y esto puede tomar más tiempo del que te gustaría, varios meses incluso, pero la paciencia y el respeto se verán recompensados más adelante cuando tu hij@ y tu perro logren tener un buen vínculo.
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No obligar al perro a hacerlo con un comando ( tipo “ven”, “sentado”, “quieto”) o por atraerlo con comida.
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Que se haga bajo tu guía y supervisión para evitar generar susto o hacer daño.
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Parar la interacción cuando veas que tu perro deja de estar tranquilo o se quiera alejar de la situación.
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Si tu perro no logra estar tranquilo con la cercanía física de tu hij@ puedes también empezar por que tengan interacciones más indirectas, por ejemplo, que tu hij@ le entregue un masticable, juego de olfato o lickimat y se aleje.
Así que espero que estas reflexiones y recomendaciones ayuden a las familias multiespecie a ir creando ambientes seguros en la casa, donde se vayan acumulando experiencias positivas que son necesarias e indispensables para crear la base de un futuro vínculo entre sus perros y niñ@s.
No te preocupes, que si necesitas ayuda en el proceso de lograr que la relación se lleve de una forma segura y armoniosa para todos, estoy aquí para ayudarte.